A raíz de una serie de discusiones sobre cuán poco sabemos, vemos y hacemos como país por la juventud rural, aparecen datos que dan cuenta de las enormes oportunidades que estamos desperdiciando.* 

En el Perú 1.8 millones de jóvenes son rurales (entre 15 y 29 años viviendo en ámbito rural según Enaho, 2015). Estos jóvenes tienen en promedio 9 años de educación, en promedio 2 años menos que sus pares urbanos (pero es una brecha que se ha venido cerrando). El 34% de jóvenes rurales de entre 20 y 24 años ha terminado la secundaria y 25% está estudiando una carrera técnica o universitaria. Cifras superiores a las registradas por la cohorte anterior de jóvenes rurales (los que hoy tienen entre 25 y 29 años) donde el 30% terminó la secundaria y el 14% ha cursado o está cursando estudios superiores.

Estos mayores niveles de educación de los jóvenes rurales generan por supuesto cambios en sus biografías, pero también en las de sus familias. En 82% de los hogares rurales, la persona con más años de educación es un joven.

Los jóvenes están además crecientemente conectados. Conectados entre ellos, entre ellos y sus pares urbanos y entre ellos y lo global. Más del 80% de los hogares rurales que cuentan con población joven, cuentan con al menos un teléfono móvil. Además, 64% usa internet al menos una vez por semana (que es sustantivamente menor al acceso de sus pares urbanos donde el 58% usa internet a diario).

Los jóvenes rurales han retrasado su proceso de independencia. Se van más tarde de casa de sus padres, conviven más que antes y por ende se casan más tarde. Las mujeres (que pueden) postergan su maternidad. Sin embargo, el embarazo adolescente sigue siendo una barrera difícil de enfrentar. El 22% de las jóvenes rurales entre 15 y 19 son madres o están embarazadas.** El grupo de madres jóvenes es el grupo que logra menores años de educación, que tiene bajas tasas de inserción laboral y que tiende a permanecer en la categoría de NiNis o de trabajador familiar no remunerado. Romper la cadena limitante iniciada por el embarazo adolescente, es una de las claves para que las jóvenes rurales puedan seguir una trayectoria de inclusión al mismo ritmo que sus pares varones.

Muchos jóvenes rurales viven en hogares dedicados al agro (89%), ellos son la próxima generación de productores agropecuarios. Pero, ¿querrán ser agricultores?, con cada vez menos tierra, sin crédito ni asistencia técnica, sin un futuro distinto al de sus padres, ¿esté será un espacio atractivo o solo se quedarán en el agro los que no logren irse a otras actividades o migrar a las ciudades?. Si estos jóvenes quieren quedarse, urge preguntarnos como los apoyamos para que su mayor educación y conectividad se traduzca en mayor productividad, mayores ingresos y mejor uso de los recursos (tierra, agua, bosque). Si mas bien será que quedarán en el agro solo quienes no puedan irse, como se verá afectada la producción de alimentos que dependen mayoritariamente de la pequeña agricultura.

Qué debemos hacer como país para que estos jóvenes tomen las mejores decisiones y para que nosotros como país aseguremos los recursos para garantizar una producción sostenida, con mayor productividad y sostenible de productos agropecuarios.

Para identificar las estrategias a seguir, tenemos que conocer y entender a los jóvenes rurales, pero también escuchar y atender sus aspiraciones. Si no hacemos de este colectivo un agente de desarrollo estaremos perdiendo una gran oportunidad de capitalizar lo que ellos ya han avanzado, lo que se ha logrado con los procesos de masificación de la salud, educación y la tremenda mejora en infraestructura. En particular, es clave discutir si este colectivo será un agente de cambio en lo rural, si serán los que definirán las nuevas rutas y agendas del desarrollo rural, si serán ellos los líderes de una transformación rural o si más bien no habrá transformación rural. Todo por hacer.


Recientemente se ha creado un Grupo de Diálogo Rural sobre Juventud Rural, como un espacio de colaboración y debate con miras a la generación de diagnósticos, análisis y propuestas sobre intervenciones orientadas a apoyar las oportunidades de los jóvenes rurales. En este Grupo de Diálogo participan personas con trayectorias y afiliaciones institucionales diversas. Cuenta con una secretaría técnica a cargo del IEP y con el apoyo de RIMISP y el FIDA.

** Senaju (2015).