El Foro Económico Mundial (WEF) en su web refuta, con sólida evidencia, 7 mitos usados para justificar la falta acciones para reducir la desigualdad entre hombres y mujeres. El WEF nos muestra cuánto estamos desperdiciando al no invertir en serio en cerrar las brechas de género.
El WEF nos da una muestra de cuán rentable es invertir para avanzar en lograr más equidad entre hombres y mujeres. A partir de las estimaciones de un estudio del McKinsey Global Institute se concluye que, en un escenario maximalista, de lograrse la equidad total entre hombres y mujeres en los mercados laborales –acceso a los mismos puestos y con igual paga a igual trabajo- el PBI del planeta podría crecer en 26% al 2025.
Siendo menos ambiciosos, si solo logramos que cada país alcance el nivel de equidad de género del país que en su región lo está haciendo mejor en dicha materia, el incremento en el PBI global al 2025 podría ser de 12 trillones de dólares (11% de incremento en el PBI global). Mucho dinero. Mayor equidad en el mercado laboral trae altos retornos, para todos, para los países.
Pero hay que agregar además, que si más mujeres pueden acceder al mercado laboral de manera competitiva, habrá más dinero ganado por mujeres. El dinero controlado por las mujeres se traduce en mayores gastos asociados a mayor desarrollo. Las mujeres tenemos mayor propensión a invertir recursos en nuestra familia y en nuestra comunidad que los hombres. Hay estudios que dan cuenta que mayores gastos asociados con el desarrollo infantil temprano son hechos por mujeres y con ello hay un efecto positivo, tanto para el niño como para la sociedad en su conjunto. Esta es una de las razones por las que los programas de transferencias monetarias condicionadas siguen estando centrados en entregar a la madre de familia el apoyo económico.
En el documento que presenta el WEF se refuta también el mito referido a que el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres se resuelve solo, a medida que aumenta la riqueza. Si esto fuera cierto, la desigualdad entre hombres y mujeres sería menor en los países y estratos más ricos y educados. El argumento de quienes creen que con mayor riqueza disminuyen las desigualdades, se basa en la constatación de que en los estratos más acomodados las mujeres tienen mayor capital humano –son más educadas-, tienen suficiente poder de negociación (agencia) y con ello logran acceder a los puestos gerenciales y directivos que desean. Pues esto no es lo que se observa en la realidad. En el ámbito corporativo en países desarrollados –donde hay grandes dotaciones de mujeres altamente calificadas- las mujeres aun la llevan pérdida. Un pequeño –pero creciente- porcentaje de mujeres ocupan las gerencias generales de las principales compañías, muy pocas participan en los directorios de las empresas y en puestos de toma de decisión. Un par de datos para ilustrar: 1) en Europa, solo el 11% de los puestos directivos recae en una mujer; 2) si a partir de hoy todos los puestos vacantes en los directorios de las empresas más grandes del mundo fueran ocupados por mujeres, recién en el año 2065 la mitad de los asientos de estos directorios estarían ocupados por mujeres.
Otro mito que desvirtúa el informe es que las mujeres prefieren trabajar menos que los hombres. Este argumento se usa mucho en nuestro país, al hablar, por ejemplo, de cómo en el Perú 64% de las mujeres en edad de trabajar, trabaja, mientras que algo más del 80% de los hombres hace lo propio. El estudio del WEF señala que por el contrario, las mujeres trabajamos más que los hombres, lo que pasa es que destinamos muchas horas a las tareas no remuneradas de cuidado (de niños, ancianos, enfermos) y a las tareas del hogar. En promedio, a nivel global, los hombres trabajan 7 horas con 47 minutos cada día, de este tiempo destinan una hora y media en tareas no remuneradas, mientras que las mujeres trabajan en promedio 8 horas 39 minutos por día, dedicando en promedio 4 horas 47 minutos de ellas a trabajos no remunerados. En el Perú la situación no es distinta, las mujeres dedican casi 5 horas diarias a trabajos no remunerados y los hombres cerca de 2. Es decir, de que trabajan, trabajan, incluso más que los varones.
¿Cómo vamos en el Perú?
En el Perú esto no es muy distinto. Hay un (muy) pequeño porcentaje de mujeres Gerentes Generales de grandes compañías. Menos del 10% de los directores de empresas son mujeres (y varias directoras actuales dupletean!). Las mujeres consistentemente ganan menos que los hombres, con mayores brechas salariales en el sector privado que en el público.
En términos de representación la cosa no va mucho mejor. Tenemos 36 congresistas (130), lo que representa algo menos del 30%, a pesar de tener un cuota fija para las postulaciones. Solo 1 de los 25 gobiernos regionales recae en una mujer. A nivel local la cosa pinta peor. Solo 48 de los más de alcaldes distritales son mujeres y solo hay 5 alcaldesas provinciales (de las cerca de 2000 alcaldías, solo 53 mujeres!).
Igual sucede en otros ámbitos, incluso en aquellos donde no hay que ganar elecciones para asumir un cargo. Solo 5 de los 19 ministros es mujer, en el Directorio del Banco Central, ninguna mujer, en el Consejo Fiscal solo 1 mujer de 5 miembros.
En resumen, estamos muy atrasados, y lo peor es que parece no haber medidas concretas para revertir esta situación. Esto sin hablar de los temas de violencia contra la mujer, acoso y discriminación en infinidad de espacios, públicos y privados.
Para crecer y desarrollarnos hay que cerrar las brechas entre hombres y mujeres. Y como mencionamos, la evidencia muestra que estas brechas no se cierran solas. Ni el mercado, ni el crecimiento lo logran, por ello hay que tomar acciones –políticas- para que el cambio suceda, desde la escuela, la empresa, la política y la cultura. Hombres y mujeres ganaremos con ello.
(Foto: noticiassf.com)